Querida Maya
Ya siento el Otoño, el nuestro, no el de los poetas. Una efímera visión de la belleza que se desprende de cada uno de los momentos vividos contigo; de los momentos vividos juntos y de los soñados en esa delgada línea que separa la realidad del anhelo en los enamorados. Porque nos queríamos, nos amábamos, nos deseábamos, nos ilusionamos; un amor que quedó dormido en el Otoño. No pudimos o no quisimos despertarlo.
Y éste no es especial; es igual a los anteriores, el nuestro; lejos de rimas y sonetos; lejos de cursis evocaciones, estúpidas glosas a una hoja muerta. Pero sin alboroto, susurrado; no podemos despertarlo, tan profundamente dormido en lo más hondo de nuestros recuerdos. No es momento de aventuras, de riesgos, de mirarnos frente a frente para reconocer tras las marcas del tiempo, que siempre nos pertenecimos, el uno al otro, ojos grises, ojos marrones.
Fall, Gelukkig Fall; Otoño, feliz Otoño. Pudiera haber sido.
Te echo de menos.
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